El maltrato físico es el maltrato que la mayoría de
las personas asocian al maltrato infantil; pese a que no es el único, suele ser el
más conocido. Por ello y porque hay muchas creencias erróneas al respecto, a
continuación os planteo una tabla en la que podemos ver las falsas creencias y
la realidad sobre dicho maltrato:
Falsa creencia
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Realidad
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La violencia contra los niños y las niñas es infrecuente.
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Los niños y niñas siguen siendo víctimas de todo tipo de
violencia tanto en el hogar, como en sus escuelas, los sistemas de
protección, los sistemas judiciales y la sociedad.
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La violencia y el amor no pueden coexistir en las
familias.
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La mayoría de padres y madres quieren a sus hijos. Esta
coexistencia de violencia y amor hace que los niños y las niñas crezcan
creyendo que la violencia es normal y aceptable.
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Cuando la relación con las personas que cometen actos
violentos contra los niños y las niñas es cercana, las consecuencias no son
tan graves.
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Cuanto más cercana es la relación con el agresor, más
difícil resulta recuperarse de la violencia y aprender a amar y confiar en
los demás.
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No es obligatorio denunciar los actos de violencia contra
un niño o niña cuando ocurren dentro de la familia.
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La violencia contra los niños y las niñas nunca es
aceptable, es igual de grave que la violencia contra un adulto y siempre debe
denunciarse.
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Las personas que cometen actos violentos contra los niños
y las niñas son fácilmente identificables.
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Las personas que son violentas con los niños y las niñas
no tienen un perfil específico, no suelen tener enfermedades mentales ni problemas
de adicción, sino que suelen ser personas funcionales dentro de su comunidad.
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Las personas que cometen actos violentos contra los niños
y las niñas son generalmente desconocidas.
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La mayoría de los agresores son familiares o personas
cercanas y de confianza para los niños y las niñas.
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La violencia contra los niños y las niñas es
fundamentalmente física.
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Visión clásica de la violencia que prioriza las lesiones
físicas graves y la violencia sexual, mientras deja de lado los abundantes
casos de niños y niñas en situación de abandono, negligencia, violencia
física “leve” o socialmente aceptada, y violencia psicológica y afectiva.
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La violencia contra los niños y las niñas suele ocurrir solo
en familias de pocos recursos, de minorías o marginadas.
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No hay evidencia alguna de que la violencia ocurra más en
un estrato socioeconómico que en otro. La violencia contra los niños y las
niñas cruza todas las fronteras y se da en todas las sociedades sin importar
el estatus social, económico o educativo.
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La violencia siempre se transmite generacionalmente.
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No todos los agresores han sido víctimas de violencia ni
todos los niños y las niñas víctimas serán agresores de mayores.
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La mayoría de niños y niñas que sufren actos de violencia
hacen algo para merecerlo.
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Los niños y las niñas siempre son las víctimas y la
responsabilidad por la violencia es siempre del adulto.
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Los indicios psicosociales de que un niño o niña está sufriendo
actos de violencia no son tan importantes como los médicos.
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Los conocimientos del área psicoafectiva son de vital
importancia para entender e identificar correctamente las situaciones de
violencia contra niños y niñas.
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Para realizar una intervención se debe tener certeza total
que ocurre un caso de violencia.
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Es importante actuar ante cualquier sospecha razonable de
violencia contra un niño o niña, como medida preventiva y priorizando el
deber de protección del niño o niña frente a otras consideraciones o
cautelas.
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Fuente: Save the Children