La violencia contra los niños y las niñas, en sus diferentes
manifestaciones, conlleva numerosos efectos negativos para su desarrollo pleno
en el plano físico, cognitivo, emocional y social. No todos los niños
presentarán los mismos síntomas o secuelas y en ocasiones estas son invisibles o
muy difíciles de detectar. Los efectos de las situaciones de violencia
experimentadas varían en gran manera dependiendo de:
- Intensidad y frecuencia del maltrato.
- Características del niño (edad, sexo, susceptibilidad, temperamento, habilidades sociales, etc.).
- El uso o no de la violencia física.
- Relación del niño con el agresor.
- Apoyo intrafamiliar a la víctima infantil.
- Acceso y competencia de los servicios de ayuda médica, psicológica y social.
Es común que las consecuencias de vivir un acto o repetidos
actos de violencia sean similares, independientemente del tipo que sea. Algunas
de las consecuencias habitualmente asociadas al maltrato son las siguientes:
Cognitivas
La exposición recurrente de niños y niñas a situaciones de
maltrato causa deterioros cerebrales y del sistema nervioso y neuropsicológico.
La constante sensación de miedo e incapacidad para predecir el comportamiento
de los otros en su ambiente contribuyen a la hiperestimulación de ciertas áreas
del cerebro así como al daño de las conexiones neuronales. Se genera la
disminución de la eficiencia del cerebro, manifestando como consecuencias
dificultades de memoria y aprendizaje o trastornos de hiperactividad o déficit
de atención, lo que suele tener consecuencias en el rendimiento escolar.
Emocionales
Los niños expuestos a situaciones de maltrato tienen más
probabilidades de presentar trastornos depresivos, ansiosos y psicosomáticos.
Asimismo, son más propensos a emociones negativas como la rabia y la disociación,
como mecanismo de defensa ante las situaciones de maltrato vividas. Por otro
lado, el maltrato afecta la competencia social de los niños y las niñas, así
como a su autoimagen y sus relaciones con otros.
Es común que los niños y niñas presenten dificultad para
identificar sus emociones, hablar de ellas o controlarlas, lo que muchas veces limita
su capacidad de identificar y reconocer las emociones de otros y empatizar con
ellas. Todo ello aumenta las probabilidades del aislamiento y los sentimientos
de miedo e incapacidad para confiar en otros.
Físicas
Los efectos físicos inmediatos del maltrato pueden ser
relativamente pequeños o pasajeros, como moretones o cortes, o severos y
permanentes, como fracturas o hemorragias. Dentro de las consecuencias físicas
es habitual el “síndrome del niño sacudido”, especialmente en niños y niñas de
corta edad, como un conjunto de manifestaciones de la violencia física que
incluyen vómitos, dolor al respirar, convulsiones, conmoción cerebral y a veces
la muerte. Estos niños son más propensos a dolores somáticos y a tener
problemas recurrentes de salud.
Algunos estudios señalan que los adultos que fueron víctimas
de violencia durante su infancia tienen más probabilidades de padecer problemas
físicos como la artritis, asma, bronquitis, úlceras o alergias.
En el comportamiento
Las manifestaciones conductuales del maltrato pueden
expresarse por omisión o por exceso. Algunos niños y niñas manifiestan
comportamientos destructivos y violentos, escondiéndose bajo una imagen de
dureza, mientras que otros presentan poca iniciativa y se muestran retraídos.
De igual manera, pueden mostrarse temerosos ante las situaciones sociales, ya
que el comportamiento violento del entorno no permite establecer patrones
predecibles de conducta para los otros. Asimismo, las agresiones de las que han
sido víctimas puede llevar al niño a imitar el comportamiento violento y hace
más probable que reproduzca ese patrón en sus relaciones interpersonales, incluso
con sus padres o cuidadores. Pueden entender e interiorizar la violencia como
una respuesta eficaz e incorporarla a sus relaciones.
Los niños que sufren alguna forma de maltrato tienen más
probabilidad de desarrollar comportamientos de bullying o acoso a otros niños y
comportamientos violentos con sus pares, así como de sufrirlos. Algunos
estudios establecen la relación entre la violencia sufrida y las conductas
delictivas, el embarazo no deseado o el consumo excesivo y precoz de drogas y
alcohol.
Sociales
Las consecuencias del maltrato en los niños y las niñas no
solo afectan a estos y a su relación con su entorno familiar y cercano. La
violencia contra la infancia es un problema social. El maltrato en la infancia
está asociado a factores y comportamientos de riesgo en la edad adulta, como la
gran vulnerabilidad frente a la revictimización, ya que el trauma generado por la
violencia en la niñez es muchas veces disociado impidiendo cualquier
posibilidad de procesamiento y elaboración de respuestas para evitar su
repetición. Los niños y las niñas expuestos a la violencia son más propensos a
la depresión, tabaquismo, obesidad, comportamiento sexual de alto riesgo,
problemas de adicción y a las enfermedades en las que estos factores de riesgo
normalmente degeneran. Puede decirse, por tanto, que la violencia contra los niños
y las niñas genera un alto coste social y de salud pública.
No hay comentarios:
Publicar un comentario