lunes, 10 de diciembre de 2012

Consecuencias del maltrato infantil



La violencia contra los niños y las niñas, en sus diferentes manifestaciones, conlleva numerosos efectos negativos para su desarrollo pleno en el plano físico, cognitivo, emocional y social. No todos los niños presentarán los mismos síntomas o secuelas y en ocasiones estas son invisibles o muy difíciles de detectar. Los efectos de las situaciones de violencia experimentadas varían en gran manera dependiendo de:
  • Intensidad y frecuencia del maltrato.
  • Características del niño (edad, sexo, susceptibilidad, temperamento, habilidades sociales, etc.).
  • El uso o no de la violencia física.
  • Relación del niño con el agresor.
  • Apoyo intrafamiliar a la víctima infantil.
  • Acceso y competencia de los servicios de ayuda médica, psicológica y social.
Es común que las consecuencias de vivir un acto o repetidos actos de violencia sean similares, independientemente del tipo que sea. Algunas de las consecuencias habitualmente asociadas al maltrato son las siguientes:

Cognitivas
La exposición recurrente de niños y niñas a situaciones de maltrato causa deterioros cerebrales y del sistema nervioso y neuropsicológico. La constante sensación de miedo e incapacidad para predecir el comportamiento de los otros en su ambiente contribuyen a la hiperestimulación de ciertas áreas del cerebro así como al daño de las conexiones neuronales. Se genera la disminución de la eficiencia del cerebro, manifestando como consecuencias dificultades de memoria y aprendizaje o trastornos de hiperactividad o déficit de atención, lo que suele tener consecuencias en el rendimiento escolar.

Emocionales
Los niños expuestos a situaciones de maltrato tienen más probabilidades de presentar trastornos depresivos, ansiosos y psicosomáticos. Asimismo, son más propensos a emociones negativas como la rabia y la disociación, como mecanismo de defensa ante las situaciones de maltrato vividas. Por otro lado, el maltrato afecta la competencia social de los niños y las niñas, así como a su autoimagen y sus relaciones con otros.
Es común que los niños y niñas presenten dificultad para identificar sus emociones, hablar de ellas o controlarlas, lo que muchas veces limita su capacidad de identificar y reconocer las emociones de otros y empatizar con ellas. Todo ello aumenta las probabilidades del aislamiento y los sentimientos de miedo e incapacidad para confiar en otros.

Físicas
Los efectos físicos inmediatos del maltrato pueden ser relativamente pequeños o pasajeros, como moretones o cortes, o severos y permanentes, como fracturas o hemorragias. Dentro de las consecuencias físicas es habitual el “síndrome del niño sacudido”, especialmente en niños y niñas de corta edad, como un conjunto de manifestaciones de la violencia física que incluyen vómitos, dolor al respirar, convulsiones, conmoción cerebral y a veces la muerte. Estos niños son más propensos a dolores somáticos y a tener problemas recurrentes de salud.
Algunos estudios señalan que los adultos que fueron víctimas de violencia durante su infancia tienen más probabilidades de padecer problemas físicos como la artritis, asma, bronquitis, úlceras o alergias.

En el comportamiento
Las manifestaciones conductuales del maltrato pueden expresarse por omisión o por exceso. Algunos niños y niñas manifiestan comportamientos destructivos y violentos, escondiéndose bajo una imagen de dureza, mientras que otros presentan poca iniciativa y se muestran retraídos. De igual manera, pueden mostrarse temerosos ante las situaciones sociales, ya que el comportamiento violento del entorno no permite establecer patrones predecibles de conducta para los otros. Asimismo, las agresiones de las que han sido víctimas puede llevar al niño a imitar el comportamiento violento y hace más probable que reproduzca ese patrón en sus relaciones interpersonales, incluso con sus padres o cuidadores. Pueden entender e interiorizar la violencia como una respuesta eficaz e incorporarla a sus relaciones.
Los niños que sufren alguna forma de maltrato tienen más probabilidad de desarrollar comportamientos de bullying o acoso a otros niños y comportamientos violentos con sus pares, así como de sufrirlos. Algunos estudios establecen la relación entre la violencia sufrida y las conductas delictivas, el embarazo no deseado o el consumo excesivo y precoz de drogas y alcohol.

Sociales
Las consecuencias del maltrato en los niños y las niñas no solo afectan a estos y a su relación con su entorno familiar y cercano. La violencia contra la infancia es un problema social. El maltrato en la infancia está asociado a factores y comportamientos de riesgo en la edad adulta, como la gran vulnerabilidad frente a la revictimización, ya que el trauma generado por la violencia en la niñez es muchas veces disociado impidiendo cualquier posibilidad de procesamiento y elaboración de respuestas para evitar su repetición. Los niños y las niñas expuestos a la violencia son más propensos a la depresión, tabaquismo, obesidad, comportamiento sexual de alto riesgo, problemas de adicción y a las enfermedades en las que estos factores de riesgo normalmente degeneran. Puede decirse, por tanto, que la violencia contra los niños y las niñas genera un alto coste social y de salud pública.

No hay comentarios:

Publicar un comentario